EL DECRETO DE GUERRA A
MUERTE,
- UNA SIMBOLOGÍA VERSUS UN
ACTO DE “JUSTA JUSTICIA” -
El ojo escrutador que
observa, evalúa, domina y ordena restablecer el orden en la guerra a la que
posteriormente llamaremos Guerra de Independencia.
Transcurría años de insurgencia criolla, abordonada por la
inspirada necesidad de lograr romper el cordón umbilical que ata a la América
Amerindia al yugo español. Escenario que acumulaba trescientos años de saqueo
genocida de los territorios ocupados en ésta región hemisférica a los que
llegaron los conquistadores europeos, especialmente nórdicos, españoles y
portugueses.
Autorizada por el Congreso Bogotano la gesta libertaria de
Venezuela, emprendida por el Coronel Simón Bolívar e Iniciada la Campaña
Admirable se registran en ese episodio actos de barbarie por parte de las
fuerzas realistas participantes que ofenden la dignidad de la Fuerzas Patriotas
por actos genocidas de la contraparte en la guerra, actos de lesa humanidad que obligan una respuesta
contundente, cuyo propósito es obligar a la regularización de la guerra y el
reconocimiento de la existencia de fuerzas beligerantes representando a dos
Estados o Naciones en conflicto. Uno de esos actos de barbarie a nuestro
entender, fue el fusilamiento y posterior descuartizamiento del Antonio Nicolás
Briceño “El Diablo” en Barinas, el 15 de junio de 1813, a escasos
momentos de la firma del Decreto de Guerra a Muerte, fue un abogado y
coronel venezolano quien en
la antesala de la muerte declarara: “Que me fusilen pronto
para no sufrir por más tiempo la pena de ver a los tiranos que oprimen mi
Patria”.
Se refiere en profunda investigaciones sobre los hechos de la
independencia que su origen se encuentra en El Convenio de Cartagena o Plan para Libertar a Venezuela entre los proponentes se
encuentra el caudillo Antonio Nicolás Briceño, en acuerdo con otros
jefes patriotas en enero de 1813 para poner en práctica una guerra de
exterminio contra los españoles. Entre sus artículos destacados del referido
convenio, se citan:
“Primero serán
admitidos á formar la expedición todos los criollos y extranjeros que se
presenten conservándoseles sus grados. Los que aún no han servido obtendrán los
grados correspondientes á los empleos civiles que hayan desempeñado y en el
curso de la campaña tendrá cada cual el ascenso proporcionado á su valor y
conocimientos militares.”
Como podemos observar se estructura la expedición
estableciendo requisitos de aseguramiento y de fidelidad a los componentes
llamados a fortalecer la acción defensiva ante los desmanes de los españoles y
dictamina que “serán admitidos todos los criollos y extranjeros no españoles y
canarios”
Como segundo propósito establece en la arenga: “el fin
principal de esta guerra es el de exterminar en Venezuela la raza maldita de
los españoles … sin exceptuar los isleños de Canarias, todos los españoles
son excluidos de esta expedición por buenos patriotas que parezcan, puesto que
ninguno de ellos debe quedar con vida no admitiéndose excepción ni motivo
alguno; como aliados de los españoles los oficiales ingleses no podrán ser
aceptados sino con el consentimiento de la mayoría de los oficiales hijos del
país.”
Igualmente establece un propósito de reconocimiento en la
actuación de las tropas y un condicionante para buscar el éxito de la misión,
considerando en el aparte “Noveno: para tener derecho á una recompensa o a un
grado bastará presentar cierto número de cabezas de españoles o de isleños
canarios. El soldado que presente veinte será hecho abanderado en actividad,
treinta valdrán el grado de Teniente, cincuenta el de Capitán, etc.“ podrá
decirse de la intención y calificarla de extrema, sin embargo, habrá que
estudiarla en su contexto identificado por su intensidad represiva del imperio
español y el desmedido desprecio por la sociedad nacida en esta tierra.
A la convención propuesta por Coronel Briceño y considerada, en la
ciudad de Cúcuta, el coronel Simón Bolívar añade una cláusula adicional
que produciría en el documento original propuesto, un cambio al incorporar rasgo
humanista dentro del determinismo libertario que a la sazón dice: “Como Jefes Primero y Segundo de las fuerzas de la
Unión, y también de las de Venezuela que se hallan unidas a aquéllas, aprobamos
las precedentes proposiciones exceptuando únicamente el artículo segundo en
cuanto se dirigen a matar a todos los españoles europeos, pues por ahora sólo
se hará con aquellos que se encuentren con las armas en la mano, y los demás
que parezcan inocentes seguirán con el Ejército para vigilar sobre sus
operaciones, mientras que el Congreso General de la Nueva Granada, a quien se
remitirán estos documentos, aprueba o no la guerra de muerte a los nominados
españoles, quedando por consiguiente el artículo nono sujeto a la misma
disposición con las tres notas que están en los artículos séptimo, undécimo y
catorce, en cuya virtud lo firmamos en el Cuartel General de Cúcuta, a 20 de
marzo de 1813. 3° de la Independencia Colombiana”. Todo ello ocurre durante
la espera de la aprobación por el Congreso de la Nueva Granada, para
posteriormente, el 15 de junio de 1813, lanzar su Decreto de Guerra a
Muerte.
Aparte de lo cruel y sanguinario del
documento, tenía un trasfondo político, lo que se pretendía era
invocar al nacionalismo y cambiar la opinión pública acerca de la guerra civil
que vivía Venezuela para hacerla ver como una guerra pura y dura entre dos
naciones y no como una rebelión.
Esta proclama fue redactada bajo la justificación
de los crímenes cometidos por el realista Domingo
Monteverde durante la caída de la Primera República. Otra justificación
al decreto la dio Simón Bolívar en la ciudad de Valencia el 20 de septiembre de
1813, objetando la brutal represión a la que fue sometida Quito el 2 de agosto
de 1810 después del llamado Primer Grito de Independencia.
Visto los acontecimientos en los términos
planteados, destacan dos posiciones orientadas en un mismo objetivo que se
resume en el rescate de la libertad de Venezuela. Estas dos posiciones se
racionalizan en la premura impuesta en estos dos personajes de la historia que
en una atrevida opinión se aprecia, la primera posición referida al Coronel
Antonio Nicolás Briceño hombre de letras y armas, protagonista de la
construcción teórica de la Patria, un movimiento apresurado y/o confiado en la
estrategia que se desarrolla en el escenario de guerra, no es partidario de
esperar la autorización del Congreso bogotano. Por el contrario la segunda
posición representada por el Coronel Simón Bolívar sugiere esperar la
autorización de la instancia parlamentaria, en franco reconocimiento a la
autoridad del Estado en formación, a la subordinación de las huestes militares
a la autoridad civil y fortalecer la posición beligerante como nación frente al
enemigo europeo. Son dos posiciones heroicas de proporciones honorables.
El 6 de julio de 1816, Simón Bolívar decide humanizar la contienda militar y proclama las siguientes palabras "(...) La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonamos a los que se rindan, aunque sean españoles. Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla".
El Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra, también conocido simplemente como
el Armisticio de Trujillo, fueron dos acuerdos firmados entre
la Gran Colombia y el Reino de España, se acordaba una tregua de
seis meses además de constituir de facto un reconocimiento del
estado colombiano. Morillo recibe instrucciones el 6 de
junio de 1820 desde España para que arbitre con Simón
Bolívar un cese a las hostilidades, y la invitación para negociar un
acuerdo de regularización de la guerra.
La actualidad a los eventos narrados no se
comparan, las actitudes de algunos líderes podrían ocupar fácilmente algunas de
las posiciones descritas y se me antoja decir que la frase hoy por todos
escuchadas en la voz del Presidente Constitucional y Legitimo de Nicolás Maduro
Moros, en la cual ha dado tres líneas, que debemos que aprender: 1.- Nervios de
Acero. 2.- Calma y Cordura. 3.- Máxima Conciencia y Movilización. Nos llama a
que hay jugar cuadro cerrado con Nicolás Maduro y demás integrantes del Alto
Mando Político y Militar de la Revolución Bolivariana, porque lo que se reclama
es frente a una simbología … un acto de justa justicia para el pueblo
venezolano.
Julio Bracho Villalobos
V-3771536